El Presidente Interino de Venezuela Juan Guaidó designó al señor Eusebio Carlino como nuevo Embajador en la República Dominicana. En la semana del 18 de febrero y en la antesala del llamado a recibir la ayuda humanitaria proveniente de EEUU y otros países, Guaidó inició una ofensiva diplomática, nominando agentes diplomáticos en varios países europeos, Australia y el nuestro. Es una estrategia que ha implementado Guaidó y sus seguidores, para obtener el apoyo decisivo de los demás Estados.
Es parte de la lucha por el reconocimiento, y aquí evocamos nuevamente la doctrina Estrada. Genaro Estrada, a la sazón Secretario de Relaciones Exteriores de México, impulsó la doctrina que lleva su nombre, que postula reconocer o no a los gobiernos mediante el envío o retiro de las misiones y agentes diplomáticos. Por lo tanto, la aceptación del agente propuesto, equivale a la del gobierno que lo remite.
Guaidó lo sabe, como sabe también de la ambivalencia de algunos gobiernos en reconocerlo. Por eso la magnitud de esta ofensiva (15 diplomáticos en igual número de Estados). Lo que nos lleva a considerar los escenarios a futuro y la pregunta del millón: Qué va a pasar ahora?
Para responder esa interrogante, es necesario repasar un poco el proceso de designación de un Embajador. Pues bien, el proceso se inicia con el envío del agente diplomático (cosa que sucedió ya, el martes 19 de febrero). El próximo paso es que el Estado receptor otorgue el plácet o beneplácito de estilo. Para ello cuenta con un plazo de 30 días, al termino del cual, si no se ha pronunciado al respecto, se considerará rechazado el plácet. Este plazo no figura en la Convención de Viena de 1961 sobre Relaciones Diplomáticas, pero es generalmente aceptado en el Derecho Diplomático y la Costumbre Internacional.
Después de obtenido el plácet, el agente diplomático debe presentar las copias de estilo (copias de las cartas credenciales) ante el Canciller del país en el cual ejercerá sus funciones. Es en esta oportunidad, que el Embajador entrega la solicitud formal al Canciller para que gestione la llamada audiencia solemne con el jefe de Estado de ese país, para la presentación de las cartas credenciales.
La audiencia solemne es el último paso de todo el proceso, que consiste en la visita del Embajador al Presidente o Jefe de Estado del país receptor, a los fines de presentar sus cartas credenciales y que éstas le sean recibidas. La audiencia solemne cuenta con su ceremonial y protocolo propio, que le reviste la correspondiente importancia a este evento. A continuación, el nuevo Embajador acreditado, se embarca en el Tournée Diplomatique, propiamente un "tour" a todo el cuerpo diplomático extranjero acreditado en ese país, comenzando por la visita al decano del cuerpo diplomático. También puede optar por una recepción, generalmente en un hotel, donde participa el cuerpo diplomático y otros actores relevantes de la vida nacional.
Entonces, qué va a suceder con respecto al nuevo Embajador designado por Guaidó?. He aquí algunas hipótesis.
- República Dominicana lo acepta: Se agotan los procesos indicados anteriormente. La posición-país con relación al conflicto venezolano se aclara. Probablemente Maduro ordene la expulsión del cuerpo diplomático y consular dominicano acreditado en Venezuela y/o el cierre de la embajada dominicana en Caracas/rompimiento de relaciones diplomáticas. Respondido de igual forma por el gobierno dominicano. En el mejor de los casos, el actual Embajador de Maduro en RD, quedaría sin sus facultades y sería una persona común y corriente. Sería invitado por ambos gobiernos a abandonar la sede diplomática, caso que no ocurra, sería forzado a ello. O también, se puede buscar la vuelta, si no quiere dejar la embajada y se “atrinchera”, que sería buscar una nueva sede para la Embajada. Es el supuesto más viable.
- República Dominicana no dice nada: Pasan los 30 días (19 de marzo) y RD no se pronuncia ni a favor ni en contra del nuevo Embajador. Quedaría rechazado de plano. En RRII no existe eso de que “el que calla otorga”, o que “el silencio equivale a aceptación”. Aumentaría la incertidumbre y también la presión para que RD se pronuncie al respecto. EEUU, la UE y posiblemente sectores nacionales llamarían a una definición por parte del gobierno. No veo nada bueno ni conveniente en este escenario.
Finalmente, el tiempo avanza y la hora de la definición se acerca. Hablando como abogado, Guaidó “nos ha puesto en mora” y el “plazo fatal” ya fue fijado (19 de marzo). Lo que pudo haberse evitado, sin necesidad, contando con una política exterior firme y menos ambivalente respecto del conflicto venezolano. Lo que me extraña, es que todavía permanece aquí el Embajador de Maduro y se llama al diálogo entre las partes. Un extraño dilema este.