Esta semana el gobierno de los EEUU anunció que
impondría aranceles por US$ 11 billones a productos de Europa, tales como
queso, vino, motocicletas, partes de aeronaves, entre otros. Ustedes tal vez se
pregunten sobre el queso: por qué el queso?; o a ver: qué es esto de la guerra
del queso? (como algunos ya le dicen). Seguro que el queso tiene su importancia
comercial, después de todo EEUU exportó queso por un valor de US$ 1.2 billones en
2017, mientras que las exportaciones totales de la UE para el mismo producto y
mismo año fue de US$ 25.1 billones. Así es como la UE acapara el 82.4% de las
exportaciones de queso a nivel mundial.
En cuanto al vino y su proporción en las
exportaciones, no se diferencia mucho del queso. En 2017, EEUU exportó US$ 1.5
billones en vino, mientras que las exportaciones de la UE fueron de US$ 25.2
billones, lo que equivale al 71% de las exportaciones mundiales de vino.
Esto parecería ser una acción malévola de
Donald Trump, ya que a mucha gente le gusta tomarse su buen vinito con un poco
de queso. Pero veámoslo también de la siguiente forma: Es el típico accionar en
una guerra comercial el hecho de atacar al otro “donde le duela”. El queso es
importante para la UE, no tanto así para EEUU.
Seguro que a Trump le importa en parte el “asunto
del queso”, pero al menos, no tanto como el tema de las aeronaves. Ese si es un
punto. Veamos porque.
Prácticamente desde el inicio de la OMC ha
habido una especie de “guerra comercial” entre EEUU y Europa por el comercio de
aeronaves. En el corazón de estas disputas se colocan los subsidios, es decir,
las ayudas de los gobiernos a las empresas que fabrican las aeronaves,
notablemente, Boeing en EEUU y Airbus en Europa. Como las empresas no pueden
utilizar el mecanismo de solución de diferencias de la OMC, ya que está
limitado a los Miembros de esta organización, los dos gigantes de la
aeronáutica se miden en la arena de la OMC a través de sus gobiernos.
Así es como EEUU y la UE se han enfrentado
durante años sin que haya un ganador aparente, o un resultado convincente para
ambas partes. Han habido cinco casos en la OMC y siempre siguen el mismo
guion: EEUU o la UE demanda y luego el otro responde con una demanda propia, por los mismos
motivos. El tema central ha sido las ayudas, préstamos, programas e incentivos
fiscales que brindan los Miembros a las empresas del sector. El último de estos
casos inició en 2014 y terminó en 2017. Este caso, por cierto, fue ganado por
los EEUU.
Finalmente, con un posible acuerdo con China a
la vuelta de la esquina, que puede dar fin a la guerra comercial EEUU-China,
parece más razonable la movida de Trump de enfilar los cañones a Europa.
Después de todo, no era pertinente abrir dos frentes al mismo tiempo. Esperemos a ver entonces como responderá la UE, si es que lo hace, si se deja llevar, o es un
bluffing más de Trump, una estrategia para renegociar con ellos, ver que tipo
de concesión logra de los europeos. Sin lugar a dudas, su aparente triunfo
frente a los chinos le da mucha confianza y motivación para enfrentarse a un
adversario muy diferente a China, por ser su aliado histórico.
Ahora que la guerra comercial se traslada a
Europa, me preocupan sus posibles efectos en la maltrecha economía mundial, con
las perspectivas a la baja en el comercio, según lo planteado recientemente por
la OMC y el FMI. Y es que sumando el Brexit y el menor crecimiento de China, los
últimos días nos han llenado de incertidumbre, aunque también hay voces que
argumentan a favor de esperar más tiempo, antes de sonar las alarmas de una
posible recesión mundial. Pero tal vez estas preocupaciones son extemporáneas, siendo
optimista: quizás no llegué a pasar nada. Creo que por ahora, la mejor idea es tomarse
una copa de vino con un buen queso, disfrutarlo y relajarse.
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