miércoles, 10 de abril de 2019

Ahora la guerra comercial se traslada a Europa



Esta semana el gobierno de los EEUU anunció que impondría aranceles por US$ 11 billones a productos de Europa, tales como queso, vino, motocicletas, partes de aeronaves, entre otros. Ustedes tal vez se pregunten sobre el queso: por qué el queso?; o a ver: qué es esto de la guerra del queso? (como algunos ya le dicen). Seguro que el queso tiene su importancia comercial, después de todo EEUU exportó queso por un valor de US$ 1.2 billones en 2017, mientras que las exportaciones totales de la UE para el mismo producto y mismo año fue de US$ 25.1 billones. Así es como la UE acapara el 82.4% de las exportaciones de queso a nivel mundial.

En cuanto al vino y su proporción en las exportaciones, no se diferencia mucho del queso. En 2017, EEUU exportó US$ 1.5 billones en vino, mientras que las exportaciones de la UE fueron de US$ 25.2 billones, lo que equivale al 71% de las exportaciones mundiales de vino.

Esto parecería ser una acción malévola de Donald Trump, ya que a mucha gente le gusta tomarse su buen vinito con un poco de queso. Pero veámoslo también de la siguiente forma: Es el típico accionar en una guerra comercial el hecho de atacar al otro “donde le duela”. El queso es importante para la UE, no tanto así para EEUU.

Seguro que a Trump le importa en parte el “asunto del queso”, pero al menos, no tanto como el tema de las aeronaves. Ese si es un punto. Veamos porque.

Prácticamente desde el inicio de la OMC ha habido una especie de “guerra comercial” entre EEUU y Europa por el comercio de aeronaves. En el corazón de estas disputas se colocan los subsidios, es decir, las ayudas de los gobiernos a las empresas que fabrican las aeronaves, notablemente, Boeing en EEUU y Airbus en Europa. Como las empresas no pueden utilizar el mecanismo de solución de diferencias de la OMC, ya que está limitado a los Miembros de esta organización, los dos gigantes de la aeronáutica se miden en la arena de la OMC a través de sus gobiernos.

Así es como EEUU y la UE se han enfrentado durante años sin que haya un ganador aparente, o un resultado convincente para ambas partes. Han habido cinco casos en la OMC y siempre siguen el mismo guion: EEUU o la UE demanda y luego el otro responde con una demanda propia, por los mismos motivos. El tema central ha sido las ayudas, préstamos, programas e incentivos fiscales que brindan los Miembros a las empresas del sector. El último de estos casos inició en 2014 y terminó en 2017. Este caso, por cierto, fue ganado por los EEUU.

Finalmente, con un posible acuerdo con China a la vuelta de la esquina, que puede dar fin a la guerra comercial EEUU-China, parece más razonable la movida de Trump de enfilar los cañones a Europa. Después de todo, no era pertinente abrir dos frentes al mismo tiempo. Esperemos a ver entonces como responderá la UE, si es que lo hace, si se deja llevar, o es un bluffing más de Trump, una estrategia para renegociar con ellos, ver que tipo de concesión logra de los europeos. Sin lugar a dudas, su aparente triunfo frente a los chinos le da mucha confianza y motivación para enfrentarse a un adversario muy diferente a China, por ser su aliado histórico.

Ahora que la guerra comercial se traslada a Europa, me preocupan sus posibles efectos en la maltrecha economía mundial, con las perspectivas a la baja en el comercio, según lo planteado recientemente por la OMC y el FMI. Y es que sumando el Brexit y el menor crecimiento de China, los últimos días nos han llenado de incertidumbre, aunque también hay voces que argumentan a favor de esperar más tiempo, antes de sonar las alarmas de una posible recesión mundial. Pero tal vez estas preocupaciones son extemporáneas, siendo optimista: quizás no llegué a pasar nada. Creo que por ahora, la mejor idea es tomarse una copa de vino con un buen queso, disfrutarlo y relajarse.

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