lunes, 19 de agosto de 2019

El Nuevo (pero no tan recargado) Barómetro sobre el Comercio de Mercancías de la OMC

"Es probable que el crecimiento de los volúmenes del comercio mundial de mercancías permanezca débil en el tercer trimestre de 2019, según el Barómetro sobre el Comercio de Mercancías de la OMC, publicado el 15 de agosto. El índice más reciente del barómetro (antes denominado Indicador de las Perspectivas del Comercio Mundial), de 95,7, es inferior al de la publicación anterior, y da a entender que todavía no es previsible un crecimiento más vigoroso del comercio". - Organización Mundial del Comercio, agosto 2019.
Buenas y no tan buenas noticias. Primero las buenas. La OMC acaba de actualizar su Indicador de las Perspectivas del Comercio Mundial de la OMC (WTOI). El Barómetro sobre el Comercio de Mercancías de la OMC (Barómetro) es la versión "recargada" del antiguo WTOI, como parte de un "rebranding" que incluye también un nuevo Barómetro sobre el Comercio de Servicios que será publicado en septiembre.

El Barómetro mide el ritmo del comercio global sobre la base de seis indicadores esenciales: 1) el transporte aéreo internacional de carga; 2) el comercio de componentes electrónicos; 3) los contratos de exportación; 4) la producción y venta de automóviles; 5) las materias primas agrícolas; y 6) el transporte de contenedores. 

Como la misma OMC explica en las notas metodológicas, el Barómetro surge para atender las necesidades y el interés de los hacedores de políticas públicas, la comunidad de negocios y el público en general, de contar con información y datos de las últimas tendencias del comercio mundial. Es una forma de la OMC de lidiar con las típicas limitaciones de la data de comercio global: la poca frecuencia con que es reportada, así como la accesibilidad oportuna a cifras de comercio de bienes y servicios.

Pero el Barómetro también tiene sus bemoles. En el agregado de datos del Barómetro se mezclan ciertos indicadores, verbigracia: "nuevas ordenes de exportación", con otros como este: "comercio de materias primas agrícolas (esencialmente madera)". El primero nos ofrece una data mucho más indicativa del ritmo de comercio, pero el segundo lo consideramos de reducido alcance y como mismo reconoce la OMC: "Los puntos de inflexión en el comercio de materias primas son muy importantes, pero en general la correlación con el comercio mundial no es tan fuerte como algunos de otros componentes".

Con todo lo bueno, malo y feo que pueda tener el Barómetro, la realidad es que no existe otra alternativa, al menos por el momento, para contar con información "en tiempo real" sobre la evolución de las tendencias más recientes del comercio mundial. Su función más útil, sigue siendo la de ayudarnos a detectar los "puntos de inflexión" del comercio global, estudiar su trayectoria, y en función de la misma, obtener esas "pistas" sobre el comportamiento del comercio en el futuro cercano (aunque la misma OMC dice que no es una "bola de cristal").

La no tan buena noticia es que el Barómetro más reciente (15 de agosto) sigue evidenciando un débil crecimiento en el comercio mundial de bienes. El indicador se colocó en 95.7 para el segundo trimestre del año, por debajo del 96.3 que se reportó para el primer trimestre de 2019. Ambas notas se muestran en un nivel considerablemente inferior a 100, que es el valor de referencia que la OMC toma como "normal". Más aún, el Organismo Internacional planteó que esta tendencia de bajo crecimiento del comercio de mercancías es probable que se mantenga en el tercer trimestre de este año.

Dentro de los indicadores, las notas que obtuvieron fueron (de menor a mayor): 1) el comercio de componentes electrónicos (90.7); 2) el transporte aéreo internacional de carga (91.4); 3) la producción y venta de automóviles (93.5); 4) las materias primas agrícolas (97.1); 5) los contratos de exportación (97.5); y 6) el transporte de contenedores (99.0). 

A modo de ilustración, en la gráfica siguiente se encuentran los indicadores y sus respectivos niveles:

Fuente: OMC.

Es probable que el incremento de las tensiones producto de la guerra comercial entre EEUU y China empuje aún más el Barómetro hacia el limite inferior en su siguiente entrega, que se espera para el próximo mes de septiembre. Los recientes acontecimientos, entre ellos la devaluación del yuan y la posposición de nuevos aranceles a productos chinos hasta diciembre, parece que continuarán gravitando sobre las expectativas de los agentes económicos, en el corto y mediano plazo.

Razones hay en el ambiente para guardar ciertas preocupaciones con el comportamiento del comercio mundial, sobretodo porque la reciente tendencia puede estar indicando que se avecina una recesión mundial, o incluso, puede tratarse de una causal de la misma. En fin, aconsejo mantenernos muy pendientes del Barómetro y de otros indicadores que nos muestran el "pulso" de hacía donde va el comercio y la economía global.

miércoles, 7 de agosto de 2019

La guerra para terminar todas las guerras comerciales?


"En la historia de la humanidad, hay épocas de cambio, momentos de transición, el paso de algo que fue a algo que será". 


Alan Wolff, Director General Adjunto de la OMC

En 1914, al estallar la primera guerra mundial, el escritor británico H.G. Wells publicó una serie de artículos que luego serían compilados en el libro "la guerra para terminar todas las guerras" en alusión a que la "gran guerra", por su escala sin precedentes en la historia de la humanidad, traería indefectiblemente un repudio al recurso de las armas por parte de las grandes potencias. Todos sabemos el resto de la historia.

Para abordar un conflicto, cualquiera que sea su naturaleza, hay que conocer y estudiar sus causas, todas sus causas. Segregar aquellas directas e inmediatas, de las que son más estructurales. Tomando como muestra la primera guerra mundial, tenemos entonces: el asesinato de Francisco Fernando (causa inmediata) y el rompimiento del equilibrio de poder entre las grandes potencias (estructural).

La guerra comercial que por más de un año han mantenido las dos principales economías del mundo acaba de incrementar su tono después de EEUU anunciar que aumentaría en 10% los aranceles a productos por valor de 300.000 millones de dólares. La noticia fue respondida por China con una devaluación de su moneda, el yuan, por encima del valor histórico-sicológico de 7x1. Esa medida anunciada esta semana provocó la inmediata reacción del Presidente Donald Trump y la caída de los mercados bursátiles en varias regiones el mundo, enviando señales de que será un conflicto prolongado y de desgaste.

Mientras todo esto ocurre, y aunque parezca extraño, ambos países continúan sus negociaciones. Para un posible acuerdo, uno que cuente con el compromiso decisivo de los actores, que brinde a la vez tranquilidad y previsibilidad al sistema multilateral de comercio (SMC), es preciso que se "cubran todas la bases". Por lo tanto, más allá de plantear soluciones para las motivaciones directas del conflicto, hay que develar las verdaderas causas estructurales del problema.

Un diagnóstico de estos problemas fue el aportado por el propio EEUU en la Conferencia Ministerial de Buenos Aires de 2017, cuando llamó a una reforma del SMC que incluya el Mecanismo de Solución de Disputas, la transparencia y las notificaciones, así como la delimitación de la condición de país en desarrollo. Este último punto ha sido muy sensible debido al tratamiento especial que pueden recibir éstos países, incluyendo plazos más largos para cumplir con los Acuerdos de la OMC y que otro país le pueda otorgar beneficios unilaterales bajo el Sistema Generalizado de Preferencia (SGP).

Con respecto al SGP y el estatus de país en desarrollo, la posición de EEUU es hasta cierto punto razonable: no es posible que todavía países como China, Corea del Sur y la India se auto-designen países en desarrollo, siendo al mismo tiempo de las principales economías del mundo. Esto puede hasta operar en detrimento de otros países que si necesitan estas facilidades, como es nuestro propio caso.

Pero volviendo a las causas estructurales, surge la interrogante: resolviendo éstas cuestiones nos asegurará la paz duradera?. Será así?, o en cambio será una "paz para acabar con la paz" como se expresó cínicamente después de la Conferencia de París de 1919?. Si se atienden los mencionados problemas, quién asegura que no surgirán otros?.

Es probable que esta no sea la "guerra para terminar todas las guerras comerciales", pero bien pudiera ser la oportunidad perfecta para tratar y avanzar en los asuntos que amenazan con provocar la próxima gran guerra comercial. Y ello si requerirá del concierto de la OMC y todos sus miembros. En Buenos Aires, EEUU, secundado por la UE y Japón se refirieron a la necesidad de normas adecuadas para encarar una serie de preocupaciones, como las subvenciones a la industria, la creación de exceso de capacidad, las actividades comerciales de las empresas estatales y la transferencia forzosa de tecnología. Todas ellas, por cierto, alusivas a China.