Si el título del presente artículo les resulta
familiar, comenzaré por decirles que efectivamente me voy a referir a la obra
de los economistas Daron Acemoglu y James A. Robinson cuyo título lleva el
mismo nombre. Este último estuvo recientemente en la República Dominicana dando
una Conferencia sobre su libro, la cual tuve la dicha de asistir. Pero más
adelante hablaremos de eso. ¿Por qué fracasan los países? es la pregunta. Pero esa
interpelación, que parece formulada de manera clara y precisa nos guía a
múltiples interrogantes y vertientes que los autores magistralmente analizan en su estudio.
Refiriéndome al libro, he tenido la oportunidad
de leerlo y estudiarlo. Lo he recomendado a colegas, amistades, académicos,
estudiantes y a prácticamente todo el mundo. Especialmente, considero que debe
ser una lectura obligatoria para los planificadores, hacedores y ejecutores de
políticas públicas en los países en desarrollo. Es un texto llano, que utiliza
de una manera muy atinada referencias históricas, pero también se auxilia de la
política, la economía, la sociología, la antropología y otras disciplinas para
el estudio de los factores que determinan el éxito o el fracaso de las
naciones.
Los postulados esenciales en los que Acemoglu y
Robinson basan su tesis es la correlación que existe entre la prevalencia en determinadas
sociedades de instituciones económicas/políticas extractivas y el colapso de
aquellas. Del otro lado, demuestran como la preeminencia de instituciones
económicas/políticas inclusivas crean incentivos y círculos virtuosos
para el desarrollo, progreso y prosperidad de los países.
De esa forma, los autores enriquecen sus
diferentes hipótesis presentando y desarrollando un mapa mental con distintos
conceptos relevantes. Uno de mis favoritos es la deriva institucional. La
deriva institucional es una situación que, de acuerdo con la Ciencia Política,
resulta de una coyuntura crítica que interactúa con las instituciones políticas
y económicas existentes. Dicho de otro modo, la deriva institucional es el
proceso gradual y degenerativo en el cual las sociedades se van distanciando en
lo que respecta a sus instituciones.
La deriva institucional conduce inexorablemente
a una coyuntura crítica, que según los propios autores “es un gran acontecimiento o una confluencia
de factores que trastorna el equilibrio económico o político existente en la
sociedad”. Y continúan elaborando: “Una
coyuntura crítica es una arma de doble filo que puede provocar un giro decisivo
en la trayectoria de un país. Por una parte, puede allanar el camino para
romper el ciclo de instituciones extractivas y permitir que aparezcan otras más
inclusivas… o puede intensificar la aparición de instituciones extractivas”.
Es importante comprender esta interrelación que
guardan la deriva institucional y las coyunturas críticas, puesto que la
primera es mucho más fácil de diagnosticar e identificar en una sociedad en un
momento dado, mientras que la segunda tiende a aparecer de manera sorpresiva,
espontánea. La coyuntura crítica puede activarse entonces por cualquier evento,
que sumado a la deriva institucional, puede provocar una sacudida en los
cimientos de la sociedad. El episodio puede tratarse de una crisis económica,
política, social, por ejemplo, al igual
que un desastre natural, una pandemia, etc. Son procesos complejos cuyo
desenlace final viene a depender del tipo de instituciones que promueva la
sociedad, así como de los incentivos.
Para que entendamos esto de los incentivos, una
muestra: si una nación no persigue y castiga la corrupción, la misma se vuelve
un atractivo, debido a la rápida acumulación de riquezas y el bajo riesgo. De
esta forma, este tipo de sociedad reproduce sistemáticamente un "bucle de
realimentación", por el cual una cierta proporción de la salida de un
sistema se redirige a la entrada, con objeto de controlar su comportamiento y por
supuesto, promoviendo continuamente dicha conducta (una especie bizarra de
circulo virtuoso y vicioso al mismo tiempo).
Dependiendo la clase de incentivos de una
sociedad, se caracterizará la misma. Pensemos por un instante en el tipo de
incentivos que promueve la sociedad dominicana. ¿Qué se premia?, Cuál es la
referencia de éxito?, etc. Ahora, observen los incentivos que existen en los
Estados Unidos. Yo sé que no es una buena analogía. Sin embargo, cuando vemos a
Estados Unidos pensamos en instituciones fuertes, la igualdad ante la ley, la
seguridad jurídica y los límites al poder político, económico, etc.
Volviendo al primer párrafo, la Conferencia
magistral dictada por el economista James A. Robinson, éste se refería a las
divergencias entre los Estados Unidos y México. Para ello comparó a dos
personajes emblemáticos de sus respectivos países: Bill Gates y Carlos Slim. Ambos
se disputaban hace unos años el título del hombre más rico del mundo, pero sus
fortunas no solo tienen orígenes distintos, si no que las mismas dependieron de
las instituciones predominantes en sus países.
Veamos a Bill Gates. Gates fundó Microsoft, una empresa multinacional cuyos
campos son la informática y las tecnologías de información. Las instituciones
inclusivas de los Estados Unidos crearon el terreno fértil para que Gates
impulsara su empresa, con incentivos y premios a la innovación, la creatividad,
la protección de la competencia y la propiedad privada. Asimismo, la
inclusividad permitió que otros desarrolladores y emprendedores se beneficiaran
de las creaciones de Gates, impulsando sus propias iniciativas y empresas. Hubo
un efecto derrame, ya que la riqueza no se concentró en Gates y su empresa.
En cambio, Carlos Slim hizo su fortuna en
monopolios de ciertos sectores estratégicos como la telefonía y otras empresas
ligadas al Grupo Carso. Slim ha sido vinculado a posibles prácticas de
favoritismo de funcionarios y concesiones públicas, que le han permitido una
amplia concentración de mercados en México, su país natal. Las instituciones
políticas y económicas de México hicieron de Carlos Slim un hombre muy, muy
rico, pero no produjeron la clase de beneficios y efectos multiplicadores que
vimos en el ejemplo de Bill Gates. Y no es que este último sea un santo
tampoco. Gates también fue acusado de prácticas monopólicas, pero a diferencia
de Slim, las instituciones inclusivas de los Estados Unidos posibilitaron que llegara
a ser sometido por el Departamento de Justicia donde se acusó a Microsoft de
haber implantado un Monopolio, así como también otras prácticas anticompetitivas.
Al final Gates tuvo que llegar a un acuerdo y se limitaron (en parte) estas
prácticas.
Fotos: James A. Robinson exponiendo en la Conferencia Por Qué Fracasan los Países?