miércoles, 16 de octubre de 2019

Los servicios podrían ser la clave para la recuperación del comercio mundial


El comercio internacional de mercancías parece que recuperará su impulso para principios de 2020, debido a las presiones internas, tanto en los EEUU como (sorpresivamente?) en China que han provocado que ambas partes se acerquen y dialoguen para buscar una salida al conflicto que mantienen, lo más pronto posible, evitando así una prolongada recesión que a nadie conviene. El "mini-acuerdo" que se acaba de dar a conocer es un paso en esa dirección, pero faltará ver el resultado del diálogo de aquí a diciembre. Lo cierto es que, por el momento, las perspectivas del comercio de bienes permanecen intactas: estables pero por debajo de su potencial.

Mientras esto sucede, el comercio de servicios se muestra más esperanzador, como fuera recientemente dado a conocer por la OMC, en su Barómetro de Comercio de Servicios el pasado mes de septiembre. Revelando dicho informe, la capacidad de resiliencia de los servicios ante la volatilidad en el comercio multilateral. Pero como veremos en el presente artículo, los servicios no solo están mostrando capacidad de resiliencia, sino que también debemos ir pensando en la "antifragilidad" como característica del comercio de servicios.

Los servicios continúan su crecimiento a un ritmo mayor que el comercio de bienes. De hecho, el año 2011 fue un punto de inflexión, cuando la expansión de los servicios sobrepasó por primera vez a las mercancías, tendencia que se mantiene hasta la actualidad. Este hito ha sido posible, en parte, gracias a la revolución tecnológica y digital, que ha roto con uno de los obstáculos que tradicionalmente limitaban a los servicios: la proximidad entre oferentes y clientes. Las MIPYMES han sido las grandes beneficiarias de esta transmutación que todavía sigue su curso.

Aún con la revolución tecnológica, el modo predominante de suministro de servicios sigue siendo la presencia comercial (modo 3), comprendiendo, según la OMC, cerca del 60% de todo el comercio internacional de servicios en el año 2017. Este es seguido por el modo 1, o la prestación transfronteriza, con cerca del 30% del comercio total de servicios. Esta proporción del comercio pudiera cambiar, en la medida de que los servicios digitales se afiancen, por su capacidad de sobreponerse a ciertas limitantes del modo 3 (financieras, regulatorias, competitivas, etc.).

Para el continuo crecimiento del comercio de servicios, especialmente en aquellos modos que ya muestran robustez, como el modo 3, es de vital importancia prestar atención a los aspectos institucionales en los mercados de destino, pero también en el de origen. La presencia comercial para la prestación de los servicios implica el cumplimiento de las normas del lugar del establecimiento, pero no es lo único que lo afecta: la calidad de los servicios públicos, la justicia, la seguridad, la transparencia, etc. son factores que pueden determinar la entrada o permanencia en los mercados.

Por otro lado, predecir el comportamiento a futuro del comercio de servicios no parece ser una tarea fácil. La tecnología, la preferencia de los consumidores, las regulaciones internas, entre otros factores confluyen para impulsar o contraer el dinamismo. El proteccionismo en la esfera de los servicios se puede presentar en la forma de calificaciones o certificaciones requeridas (servicios profesionales), meramente regulatorias (exigencia de presencia física), de seguridad (protección al consumidor, entre otras), etc. Las reformas del régimen internacional de servicios deben pasar de una postura pasiva (apertura unilateral de los mercados) a una proactiva (cooperación internacional) para asegurar el crecimiento sostenido y evitar revertir aquellos logros ya alcanzados.

Esto último no es una tarea sencilla, pero el contexto actual nos plantea una excelente oportunidad de reflexión. El comercio de servicios, gracias a los avances y las regulaciones internacionales, ha posibilitado que los efectos perniciosos de la guerra comercial EEUU-China no provoquen un daño mayor a ciertas economías, como la nuestra, que se basa mayormente en servicios. El incremento de aranceles, por poner un caso, es una medida que no afecta el comercio de servicios. Una actitud más abierta a los servicios por parte de los países, unida a la "antifragilidad" como atributo que mencionábamos anteriormente, le confieren una mayor capacidad a los servicios para remolcar la recuperación del comercio internacional. 

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