"Necesitamos un multilateralismo en red, en el que se refuerce la coordinación entre todas las organizaciones multilaterales mundiales y en el que las organizaciones regionales sean capaces de hacer su contribución esencial; y un multilateralismo inclusivo, basado en una intensa interacción con la sociedad civil, las empresas, las autoridades locales y regionales y otras partes interesadas".
António Guterres,
Secretario General de la ONU
El pasado 24 de abril se celebró el día internacional del multilateralismo y la diplomacia para la paz. Es la primera ocasión que la ONU conmemora este día y vaya que estreno le ha tocado. El mensaje oficial del SG Guterres, por supuesto, se concentró en el tema de la pandemia del Covid-19. Pero lo distintivo de este comunicado es el llamado a un régimen más inclusivo, a la integración de otros actores no tradicionales, pero igualmente interesados en la problemática de la pandemia.
Cuando escuchamos el término "multilateralismo" rápidamente lo asociamos a los Estados y las Organizaciones Internacionales, como sujetos preponderantes en el orden mundial. El Estado ha sido el sujeto por excelencia del DDII y las RRII, mientras que las OOII son en esencia, organismos intergubernamentales (compuestas por Estados). En fin, la visión estado-céntrica de las RRII dentro del llamado paradigma tradicional, ha sido la predominante durante la mayor parte de la historia reciente.
Frente al paradigma tradicional en las RRII, surge el paradigma de la sociedad global, que propugna por la inclusión de una serie de temas y de sujetos ante las necesidades de un mundo cambiante. Problemáticas y coyunturas críticas a las que el Estado se ve limitado de abordar por si mismo.
Las NNUU como cabeza más visible del multilateralismo tradicional tampoco escapa a las críticas. Los ataques a su Consejo de Seguridad, justificados o no, apuntan a su diseño y estructura (5 miembros permanentes, con derecho a veto) y a la inercia o demora en el accionar (de nuevo el veto es un freno en ocasiones). Hacer más inclusivo y ágil este sistema implica una serie de reformas en los fundamentos de la ONU, lo que parece poco probable en el mediano plazo.
Donde el multilateralismo tradicional ha mostrado un mayor impacto en su accionar frente al Covid-19 ha sido en aquellos organismos que tienen a su cargo temas específicos, ya se trate de salud, alimentación o comercio, por mencionar algunos ejemplos. Es destacable la labor de la OMS, organismo que responsablemente declaró el Covid-19 como pandemia el pasado 11 de marzo. Por igual, el papel que ha jugado la FAO con sus llamados de atención para evitar posibles hambrunas provocadas por el desabastecimiento y otros efectos disrruptores en las cadenas de suministros de los alimentos e insumos.
Así mismo, en la esfera comercial, desde muy temprano la OMC se ha empeñado en proveer información relevante, con alta rigurosidad técnica para el entendimiento, orientación y toma de decisiones de los actores interesados de cara al Covid-19. En ese sentido, el organismo multilateral encargado de regular el comercio internacional ha preparado estudios e informes sobre el comercio de productos médicos, las posibles restricciones en el comercio de estos insumos, las amenazas de proteccionismo y otras medidas distorsionantes al comercio, así como las perspectivas del comercio de mercancías y de servicios, entre otros aportes valiosos.
No obstante la labor de estos organismos, la problemática del Covid-19 requiere de un abordaje multidimensional. La pandemia es un problema sanitario, con implicaciones sociales y económicas. Afecta todas las áreas del quehacer humano. Por lo tanto se requiere que toda la colectividad social tome parte en la solución. La sociedad tiene que poner de su parte, colaborando con las medidas y decisiones de la administración, pero también debe estar en capacidad de exigir un mayor grado de participación.
Una sociedad empoderada y consciente de su papel, del rol que debe jugar en esta coyuntura es sumamente importante para poder salir adelante. Los gobiernos, las élites, las OOII, así como otros actores que tradicionalmente tienen el control de acción en casos de envergadura como el presente deberían pensar seriamente en abrir sus espacios de influencia, aunque eso conlleve ceder parte del control que tradicionalmente han ejercido sobre muchos otros actores y agendas. Construir un poder ciudadano significa sociedades más fuertes y mejor preparadas para cualquier eventualidad. Es lo que el SG Guterres ha querido subrayar muy válidamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario