Históricamente, en materia de
relaciones internacionales la República Dominicana ha evidenciado un comportamiento
pasivo, con frecuencia reactivo, a la hora de encaminar una política exterior
consecuente con los intereses nacionales. Desde la formación misma de la
República, las relaciones exteriores estuvieron relegadas a un segundo plano.
En el transcurso del siglo 19 y del siglo 20, pocos fueron los avances
tangibles que se observaron para configurar las líneas generales de la política
exterior dominicana.
Inclusive, cuando se observa
desde la perspectiva del Estado algún impulso para la integración regional
comercial, éste se lleva a cabo como respuesta a una coyuntura particular, ya
sea por temor a perder alguna ventaja de un sector específico, como por ejemplo
las zonas francas (caso DR-CAFTA) o en otras ocasiones para preservar cuotas de
mercado para determinados productos (en el caso del EPA Cariforo-Unión
Europea).
Cambiar de cultura reactiva a
proactiva no es tarea sencilla. Implica que los órganos principales encargados
de la formulación y ejecución de la política exterior (Ministerio de Relaciones
Exteriores, Cancillería, Servicio Exterior), deben promover activamente un
mejor aprovechamiento de las ventajas comparativas y competitivas de la
economía dominicana. Pero además, les corresponde constituirse en la punta de
lanza para la defensa de los intereses comerciales nacionales.
Si bien los negocios
internacionales son bastante complejos, en el que intervienen esencialmente
actores privados, comerciantes, pequeñas y medianas empresas (PYMES),
multinacionales, etc. el acompañamiento del gobierno, potencializa el alcance
de los beneficios que las empresas puedan adjudicarse actuando única y
exclusivamente por sí solas. Aún en el caso de tratarse de empresas grandes,
con vocación exportadora y con suficiente recursos humanos y financieros para
embarcarse en proyectos y misiones comerciales por sí mismas, el contar con una
mano amiga del gobierno, puede hacer la diferencia entre un negocio lucrativo o
una oportunidad perdida. El caso de las PYMES es aún más emblemático, ya que
por su propia idiosincrasia, muy pocas de éstas empresas logran dar el paso
definitivo a los mercados extranjeros. La internacionalización de las PYMES, es
pues una de las tantas ventajas que se extraen de una alianza público-privada
bajo un enfoque de diplomacia comercial proactiva.
En ese sentido, como punto de
partida, es necesario que se promueva la cultura de integración, mediante
iniciativas de formación al personal del servicio exterior y la realización de
foros con la participación del sector público y privado. Se aconseja fortalecer
la participación activa del país en los distintos escenarios multilaterales,
asumiendo un liderazgo en los procesos de integración en los que se participe.
Para ello, es importante manejar la información referente a los Acuerdos
Comerciales, en especial su estatus e información de inteligencia de mercado.
Las misiones diplomáticas y
consulares dominicanas acreditadas en el exterior, aparte de las funciones que
tradicionalmente les competen, pueden ofrecer una serie de servicios en procura
de facilitar las relaciones comerciales, de inversión y de negocios entre entes
nacionales y extranjeros, es decir, servir como canal o hub para facilitar la
realización de dichas operaciones, de modo que se impacte positivamente el
clima de negocios.
Adicionalmente, se debe
consolidar la institucionalidad y competencia de la Comisión Nacional de
Negociaciones Comerciales (CNNC). Es necesario fortalecer las capacidades de
negociación del equipo técnico, los mecanismos de coordinación entre las
instituciones integrantes de la comisión, la difusión de los resultados y
procesos apoyados en el uso de las Tecnologías de Información y Comunicación
(TICs), así como actualizar los instrumentos jurídicos concernientes a la CNNC.
Recomendamos complementar las
acciones anteriores con el desarrollo de un conjunto de iniciativas de
promoción y preservación de los valores y expresiones culturales que
constituyen la identidad dominicana, de manera que nuestra diáspora y sus
descendientes mantengan la vinculación social y económica con el país. Así se
aprovecha el espacio para el mercado de los productos nostálgicos o étnicos.
Finalmente, consideramos que para
la ejecución de estas iniciativas es importante tener en cuenta la coordinación
interinstitucional, con el fin de asegurar la unidad de propósitos y coherencia
de las políticas públicas. Una efectiva política comercial comienza por
organizar la casa.
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