El comienzo de año siempre trae nuevas resoluciones. En la última década (2007-2017), las reformas al régimen multilateral de la inversión extranjera se concentraron en esfuerzos impulsados principalmente por los países en desarrollo, así como algunas instituciones que abogaban por un sistema más justo que respondiera a los intereses de los inversores, al mismo tiempo que a preocupaciones de tipo social y el desarrollo sostenible de los países receptores de IED.
Organizaciones
e instituciones como la UNCTAD, el Instituto Internacional para el Desarrollo
Sostenible (IISD), entre otros, han venido tratando los temas relativos a la
IED en general y al impacto de los Acuerdos Internacionales de Inversión (AIIs)
en particular. La visión de que estos instrumentos se debían colocar a favor
del desarrollo de los países y no constituir una retranca para el ejercicio de
cierta discreción en el manejo de la cosa pública formó parte de la agenda de
discusión que propulsaron las naciones subdesarrolladas.
Sin
embargo, este 2018 se perfila como el año de la disrupción del sistema y no
precisamente promovido por los actores tradicionales, ni por las causas que ya
conocemos. Hay nuevas fuerzas en movimiento que decisivamente están apuntado en
esa dirección. Si les dijera que hasta el Presidente Donald Trump será clave en
la reforma del sistema, ¿me creerían?.
Es obvio
que la razón es el NAFTA. Pero, ¿por qué el NAFTA?. El NAFTA está siendo renegociado
lo sabemos, pero la parte que nos concierne es el Capítulo 11 sobre Inversión. A
la administración Trump le interesa (obvio porque es su eslogan) “devolver la
grandeza a los Estados Unidos” (Make America Great Again!). Devolver la
grandeza es devolver el consumo hacia los productos de EEUU, pero también es devolver
capitales (Reforma Fiscal), y devolver la inversión que se fue de los EEUU a
países como México.
No es una
tarea tan fácil hacer regresar capitales y empresas que se encuentran
instaladas hace años en otro país. Se necesitan de ciertas condiciones
favorables (dotación de factores, incentivos fiscales, atractivo costo del
trabajo, una robusta seguridad jurídica, la igualdad ante la ley, etc.). El
Capítulo 11 del NAFTA salvaguarda al inversionista extranjero en contra de los
males típicos de los países en desarrollo: trato discriminatorio, arbitrariedad
en la toma de decisiones, expropiación, etc. Pero también le brinda un recurso
adicional: la posibilidad de demandar directamente al Estado en arbitraje
internacional.
Es por ello
que por intermedio de los AIIs (como el Capítulo 11 del NAFTA) se promueve la
inversión y la llegada de empresas extranjeras, motivadas por ese ecosistema
favorable. Pero que sucede cuando ese ecosistema se ve afectado?. Qué pasa, por
ejemplo, si se introduce una modificación al NAFTA que permita al Estado optar
o no por ir al arbitraje internacional?. Lo menciono, porque este es uno de los
asuntos que se están discutiendo, empujado por los EEUU. México se resiste porque
implicaría el posible recelo de algunas empresas extranjeras (confiar en el
sistema judicial mexicano?), aunque con la defensa del régimen actual, diga que
está de acuerdo con exponerse a demandas millonarias en tribunales internacionales[1].
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