viernes, 28 de febrero de 2020

A los tres años del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio de la OMC



El 22 de febrero de 2020 se cumplió el tercer aniversario de la entrada en vigencia del Acuerdo sobre Facilitación del Comercio de la OMC (AFC). Este Acuerdo, como su nombre lo indica, tiene por objeto facilitar las operaciones de comercio exterior mediante la simplificación de los trámites, la transparencia en el manejo de la información, la designación de puntos de contacto en las agencias relevantes, entre otras medidas.

Las ventajas de la implementación de estos ajustes está fuera de discusión. Según datos proporcionados por la misma OMC, se espera que por vía del AFC se reduzcan en un 14.3% los costos asociados a la importación y exportación de mercancías, mientras se reduce en una proporción de 47% y 91% el tiempo para las respectivas operaciones comerciales.

Como podemos observar, las MIPYMES son de las grandes beneficiarias de este Acuerdo. En 2017, a propósito de la entrada en vigencia del AFC expresé lo siguiente:
En definitiva, desde la perspectiva de la República Dominicana, consideramos que las MIPYMES serán de los grandes beneficiarios de este nuevo instrumento regulatorio del comercio internacional. Para lo cual debe acompañarse de políticas públicas tendentes a su aprovechamiento y “democratización” para que todos los sectores, incluyendo los pequeños, se apropien del mismo.
Aunque el ambiente hoy en día es distinto al de hace tres años, considero que nos encontramos en un momento único para reflexionar sobre el camino recorrido, por el que es hasta el momento, el único Acuerdo Multilateral sobre Comercio que ha podido impulsarse en la era de la OMC. Teniendo en cuenta el contexto de la guerra comercial y de profundización de la crisis del sistema multilateral de comercio, dos factores que no existían al momento de negociar y poner en marcha el AFC, el mismo se presenta como una oportunidad de encontrar sinergias entre los países para que refuercen positivamente al sistema.

Así pensamos, por la conciencia colectiva de todas las partes involucradas respecto de los beneficios tangibles que entraña el AFC. Mientras más avance su implementación, mayores serán los beneficios para la colectividad (toda la OMC), pero también para cada miembro en particular. 

Como muestra de esa actitud, recordemos que los países desarrollados miembros de la Organización notificaron que cumplirían con todas las disposiciones del AFC de inmediato (22 de febrero 2017). Los países en desarrollo (PED) y los países menos adelantados (PMA) miembros de la OMC, por su parte tienen tres opciones: establecer cuales disposiciones aplicarán inmediatamente (categoría a), después de un período de transición (categoría b) o después de haber recibido asistencia y apoyo para la creación de capacidad (categoría c). Para el tercer aniversario del AFC, ya el 90% de los PED y PMA han notificado sus compromisos en las categorías b y c. Un paso significativo en la dirección correcta.

En general, la tasa de implementación de las disposiciones del Acuerdo se sitúa en 65%. En el caso de la República Dominicana, el porcentaje de implementación es de 76.5%, es decir por encima del promedio general, pero también, muy arriba del promedio de implementación de los PED y PMA que es de 64%. 

No obstante, se hace necesario redoblar esfuerzos para poder cumplir con los compromisos restantes en el plazo indicado por el país a la OMC. A pesar de que RD notificó a la Organización que cumpliría todas las disposiciones a más tardar el 31 de diciembre de 2021, en la categoría c, el país incluyó unas 8 medidas que deben llamar nuestra atención:

Fuente: Elaboración propia con datos de la OMC

Aunque todavía falta más de año y medio para la llegada del término al cual nos comprometimos como país, es bueno poner de relieve la complejidad de mecanismos que necesitan ponerse en marcha para llevar a cabo estas reformas estructurales. Si queremos cumplir en el plazo que nosotros mismos señalamos, se requerirá, además de la ayuda técnica, de ingentes recursos económicos como vemos en el cuadro anterior, teniendo en cuenta que de ser necesario, deberemos cubrir los mismos por otra vía (hasta de recursos propios). El tiempo apremia.

viernes, 21 de febrero de 2020

La naturaleza de las protestas en el siglo XXI



"A diferencia del siglo pasado, a comienzos del siglo XXI vemos que son protestas sin líderes, sin agendas bien definidas, integradas por jóvenes de clase media, estudiantes y profesionales, que son nativos digitales y manejan muy bien las redes sociales". 
Martin Gurri
La Revuelta del Público

La revolución digital


Vivimos en la era de la revolución digital y de la información. Hasta el siglo pasado, los canales tradicionales de diseminación de la información se hacían en una vía: la gente recibía la información, sin la posibilidad de responderles a los emisores. Fue la época dorada de la radio, la televisión, los periódicos, etc. 

Ese estado de cosas, por supuesto significó para los que controlaban los medios de comunicación masiva (élites económicas, políticas, etc.) el dominio de un amplio espectro de la opinión pública. El ascenso del fascismo se debió, en parte, al auge de la radio y otros medios como la televisión que permitían diseminar mensajes amplia y rápidamente.

El advenimiento del internet y su masificación en la década de 1990, sumado a la aparición de las redes sociales en la década de 2000 y del auge de los smartphones en el decenio de 2010 ha cambiado para siempre el paradigma de la comunicación vigente hasta finales del siglo XX. No necesariamente se trata de destrucción creativa, puesto que considero que los medios tradicionales seguirán existiendo, pero adaptándose a la nueva realidad.

Todo este caudal de información se encuentra ahora en manos del público. Martin Gurri en su obra "La Revuelta del Público" lo define de esta manera: "...el público no es una multitud, no es la sociedad, el público ni siquiera es el mismo en todas las circunstancias. El público, por lo tanto, es el que en un instante dado se encuentra en una protesta, aunque las razones, los objetivos y hasta las personas que participan en ella cambien de un momento a otro...".

Gurri, un antiguo analista de la CIA, considera que este escenario representa una situación anómala, sin precedentes para los gobiernos. Las élites, y por vía de consecuencia los gobiernos que sirven para sostenerles, se muestran en muchos casos impotentes ante un público que se manifiesta de manera pacífica, ordenada y cívicamente. Esas formas de llevar a cabo protestas no son nuevas, como nos muestra el siglo pasado (Gandhi, Martin Luther King, etc.), pero a diferencia de antaño, en las protestas del siglo XXI no vemos un líder o figura de alto perfil que organice y promueva las movilizaciones.

Todo lo contrario dice Gurri. Son los jóvenes profesionales, estudiantes, sectores que viven en "zonas de confort": clase media (y hasta clase alta), empresarios, académicos y otros, que han sido, hasta cierto punto, marginados por la élite político-económica tradicional. Lo hemos visto en los "Indignados" (España), Occupy Wall Street (EEUU), Gilets Jaunes (Francia), etc. Más cerca y reciente: las protestas en Chile, Ecuador, Colombia, y ahora también en República Dominicana.

Lo que ha magnificado el efecto de las protestas contemporáneas es el uso masivo de las redes sociales. En cuestión de unas pocas horas se puede planificar, organizar y movilizar a una gran cantidad de personas. Ya la distancia no es un factor: la comunicación es instantánea. Tampoco el control de los medios: las élites no controlan Facebook, ni Instagram, ni Whatsapp, ni Twitter, etc. El público es el creador y el receptor del contenido.

La disrupción es inevitable. Los gobiernos y las élites han entendido que el sistema piramidal, altamente jerarquizado y controlador ya no existe. La emancipación del público ha traído también una nueva disciplina: la del estudio de la protesta en el siglo XXI como fenómeno social. Veamos algunos ejemplos.

Cómo hacer la revolución


Sdrja Popovic era un joven profesional serbio, con una vida acomodada y hasta tenía su propio grupo de rock: BAAL. Lo dejó de lado para conformar el movimiento Otpor!, creado para oponerse al gobierno déspota de Slobodan Milošević. Utilizando la creatividad, el ingenio, el pacifismo y hasta el humor, Popovic, Otpor y la sociedad serbia lograron deshacerse de Milošević en octubre del año 2000.

Popovic luego llegó a escribir un libro: Cómo hacer la revolución. En su obra, que es una especie de autobiografía, detalla sus experiencias como joven en el movimiento Otpor!, explicando las técnicas que funcionaron para socavar el régimen de Milošević. Pero también, va estableciendo paralelismos con otros movimientos de protesta en diferentes épocas y partes del mundo.

Explica Popovic, como los movimientos y las protestas en el Siglo XXI son llevadas a cabo por ciudadanos comunes, no son líderes formados, son gente común y corriente, "como tú y yo". La resistencia debe ser pacífica, expone Popovic, "ya que el gobierno tiene las armas, pero nosotros tenemos los bizcochos y el humor".

La protesta pacífica, cohesionada, consistente y duradera en el tiempo tendrá dos efectos: primero se reforzará la unidad del público que participa en la protesta, y por otro lado tenderá a debilitar por fatiga al régimen, ya que al ser pacífica, no puede ser oprimida o dispersada por la fuerza. Fue lo que lograron en apenas 6 días de protesta (29 de septiembre al 5 de octubre del 2000) los serbios para salir de Milošević, luego de un fraude en las elecciones del 24 de septiembre del 2000. 

El número mágico detrás de las protestas


Todo esto nos lleva a preguntarnos: existe una cantidad específica de personas movilizadas para que una protesta sea exitosa y cumpla sus objetivos?. La respuesta corta es...: algo así. 

Erica Chenoweth investigadora la universidad de Harvard se unió a Maria J. Stephan para encontrar el "número mágico". Después de estudiar y analizar data de más de un siglo de protestas (1900-2006), tanto pacíficas como violentas, revelaron unos hallazgos fascinantes:

Descubrieron que las principales protestas no violentas tienen éxito el 53% de las veces, mientras que las campañas violentas tienen éxito solo el 26% de las ocasiones.

Por igual, encontraron el número mágico: 3.5% de la población. "Por encima de ese umbral de 3.5%, no hubo movimientos fallidos, y eso fue un poco sorprendente para mí en el sentido de que es un umbral bastante pequeño ", dice Chenoweth.

Utilizando históricos e informes de noticias, su conjunto de datos codificó la cantidad de personas visibles en las líneas del frente de las protestas, ya sea en huelga, marchando o participando en un plantón.

Como era de esperarse, cuantos más participantes se registraron, mayor fue la probabilidad de éxito de las protestas. Pero cuando la participación llegó al 3.5% de la población, esa probabilidad se volvió aparentemente inevitable. Los ejemplos incluyen la Revolución del Poder Popular en Filipinas y la Revolución de las Rosas en Georgia.

Reflexiones finales

Los tres estudios anteriores nos ofrecen una explicación bastante clara de la naturaleza de las protestas en el siglo XXI. Las movilizaciones ya no son ni remotamente lo que fueron en el siglo XX. El público ha cambiado, ya no existen esos grandes líderes ni figuras históricas, nadie se roba el protagonismo. El pacifismo y el uso de las redes sociales ha socavado la capacidad de respuesta de los gobiernos y las élites, que no parecen adaptarse a las nuevas circunstancias. La regla del 3.5% nos demuestra que no es indispensable movilizar a la mitad o mayoría absoluta de la población para que una protesta tenga éxito. Por cierto, como dato curioso, el 3.5% de la población dominicana son 385 mil personas, un chin de gente como decimos los dominicanos.

viernes, 14 de febrero de 2020

Una larga y compleja reconstrucción post-Brexit


El 31 de enero, como estaba previsto, el Reino Unido dejó de pertenecer al bloque de la Unión Europea después de 47 años. Los cambios no se han hecho esperar, días después el RU comenzó a mover algunas fichas por su propia cuenta, como lo es su asiento en la OMC, ejerciendo como miembro por primera vez desde su ingreso a la organización en el año 1995.

Este paso se ha interpretado como una actitud proactiva de parte de RU, que no parece perder tiempo luego del Brexit, aprovechando el ímpetu en un año de mucho trabajo. RU debe continuar negociando con la UE los términos de su relación futura, que mantiene en una nebulosa no solo a estos dos socios, si no también a los demás países. 

Para concluir las negociaciones con la UE, RU cuenta con el resto de este año 2020, aunque las partes pudieran extender el diálogo de ser necesario. La situación de Irlanda del Norte es tal que pudiera provocar hasta fricciones políticas en el RU. Se ha hablado hasta de una reunificación de Irlanda e Irlanda del Norte. Esta última región, particularmente, se muestra muy afectada por el Brexit. En términos de movimiento de personas, de mercancías, etc., los controles fronterizos provocarían malestares y conflictos que pudieran amenazar la paz y armonía de los últimos años.

Otro elemento a considerar es la enorme tarea que le espera al RU para negociar una gran cantidad de Tratados que ya no le aplican por haber salido de la UE. Pensemos en lo comercial, pero también en el ámbito de la cooperación, la defensa, los DDHH, y demás. Una labor titánica, por evocar un ícono británico.

Es una tarea necesaria y de seguro el RU ya tiene su plan. Poco a poco irá reconstruyendo esos lazos, estableciendo el orden de prioridad, ya que debe sentirse como un paciente que despierta luego de 47 años en coma. Sin embargo, al menos en la esfera comercial, su renovada y proactiva actitud en la OMC nos señala que estará buscando como tejer los múltiples Acuerdos Comerciales que tenía gracias a la UE, de la forma más conveniente y rápida posible.

Es probable también que RU aproveche, ahora que no forma parte de la UE, de deshacerse de los Acuerdos que no le convenían y renovar solo aquellos que entiendan le beneficien. Si hacemos historia reciente, veremos que precisamente algunos de los compromisos derivados de su membrecía en la Unión fueron de los catalizadores del Brexit. RU puede, en ese sentido, celebrar y disfrutar su "independencia". No obstante, como todo en la vida, la libertad también tiene su precio y solo el tiempo podrá decir cual será el balance para RU. 

En lo que respecta a la República Dominicana, debemos hacer todo lo posible por recuperar el mercado preferencial de RU, que teníamos gracias al EPA. El "Rollover" que tanto se cacarea debe ser acompañado de una discusión de otros temas y un replanteamiento de las relaciones RD-RU, ahora en un contexto estrictamente bilateral. La revisión debe incluir un análisis de todos los Acuerdos que tenemos vigentes con la UE, para presentarles una propuesta al RU, ajustada a las nuevas realidades. Es un ejercicio responsable, sano y constructivo.